Es como el sonido que emana de una caracola y yo estoy expectante.
Es un sonido limpio
Es un placer limpio
Es la poca luz que entra por esta habitación blanca
Es el silencio de la noche que, a medias, ennegrece el cielo
Un poco de naranja, un poco de azul, la mayoría negro
El aire se vuelve frío pero el ánimo se siente confortable
Corro para alcanzar al taxi, el abrigo largo, el cabello suelto y por
primera vez, bien peinado. Sé que esto es un espejismo, aunque me gustes, la
noche ha sido mía y seguirá siendo solo mía.
Es curiosa la expira, pasan los minutos, los de la tarde más de prisa y
estamos a punto de terminar, podrías responder, podrías decir algo y yo
contestaría, pero conforme avanzaron los minutos, el amor se fue volatilizando,
ahora quedan hechos, y contra ellos no puedo hacer nada ni remitir, quedan
hechos objetivos.
Ahora pareciera que el análisis no se profundiza, porque las
explicaciones y las necesidades son identificables e irrisorias. Mi hemisferio
izquierdo ahoga cualquier señal de posibilidad. Se escucha el sonido de los
carros que avanzan, se siente el frío de la temporada, se siente una atmósfera
como de inevitable esperanza steam punk, no es algo que controle, hasta me
incomoda.
Se resbalaron los minutos y ahora solo quedan, desnudas, las imposibilidades,
queda el aburrimiento, el desencanto precoz, el trabajo, la tarea… Una
aniquilación de la que se encarga cada caballero con cada risa, cada palabra,
cada acto.
¡Qué desastre!, este malestar no se arregla con los pasteles de manzana
de mamá, ni con las compras, ni con pasta y carne, tampoco quiero vino, creo
que es un malestar tan orgánico que no puede evitarse. Estoy pasando un tiempo
en la ostra, no sé cuándo termine, se siente bien.
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