(Leer escuchando Life Is Sweet! Nice
to Meet You de Lightspeed Champion)
Llegaste con tu vestido rojo a sentarte en una mesa que quedaba frente a la mía, yo estaba con ella, ¿ella quién?, no importa, no me preguntes cosas que no importan; tú estabas frente a mí, con tu cabello corto y negro, con tu vestido rojo,
esperabas y no me veías, quise enamorarme desde el principio, pero no me
dejaste.
Ella se fue porque le
gustaba que las despedidas fueran
blancas, ya sabes, uno primero y un cuarto de hora después el otro, así cada cual pensaba en sus cosas, cuánta
libertad… y me dejó la muy inocente sentado frente a ti, y tú sola, era
destino. Saqué la cajetilla de cigarros y pedí
otro café, y nadie llegaba a tu mesa, pasabas tu cabello detrás de tu
oreja y supe que eras el diablo disfrazado de mujer. Todos los aromas me abrumaban.
Tus ojos distraídos
apenas con una chispa de ingenuidad que no se te había escapado de tus años mozos,
hechicera, demonio atrapado en una caracola de frutas y leche.
Me viste, nos vimos, qué
calor hace aquí en el verano, me levanté y te invité a salir lejos de ese sintió que se volvía
pesado, me dijiste que esperabas y no insistí.
No insistí y no te dejaste
amar, desde el principio, por eso no creo tus lágrimas de hoy, por eso me gustabas mujer, por tus sentencias
de olvido, por promulgar en mi frente que la culminación de tu beso sólo
dependía de que yo tuviera suerte, y lo quería, te juro que era lo que más
deseaba en su momento, pero siempre estabas ahí, mirabas o escuchabas, reías o
jugabas con la luz, pero siempre estabas y pensabas que tú eras la ausente.
Eres asfixiante, eres tan densa que ahogas,
veneno que se queda en la nariz, qué
sublime, tus manos, tu piel de cerezas, tu cabello nocturno.
Dulce mujer que empalaga y
juguetea, que quiere etiquetas y besos de domingo por la tarde, mujer de azúcar
y flores.
¿Has pensado qué quería yo?,
qué risa, jamás lo has hecho, el vals está en función de usted señorita, pues
te quiero, pero me gustas más bien de lejos, perdida, me gustas en sobres de
papel amarillo por el paso del tiempo, me gustas en las risas de las niñas que
me hacen recordarte, me gustas en la mesa frente a mí que ahora está vacía, en
el perfume de tu almohada, me gustas en tu silencio, en el
mío.
Me acabas, me llenas de
ruido, te estremeces, quieres morir y yo te dejo.
Muere dulce mía, pero que
sea esta noche, déjame respirar, ser yo, muere pronto y hazme endemoniadamente
feliz.
Pintura de Clare Elsaesser