Para leerse con Feel It Still de Portugal. The Man
Antes del té verde
A las tres de la tarde me odio por
elegir el atuendo más inadecuado (como todo, como siempre), a esta hora pienso ese
montón de cosas feas, primero, la más frecuente y legítima: me detesto, a pesar
de que me fascino conmigo misma, me detesto, qué ganas de disolverme con el aire...
Ay clima odioso de Toluca.
¿Qué más estoy pensando? Futilidades,
claro. La incomodidad de la ropa, los jeans, el jérsey azul de angora y cuello
de tortuga, inmenso: ningún lunar al descubierto, ningún encaje visible, los
botines bajos, cómodos pero incómodos, cincuenta vestidos y todos me dan ganas
de sangrar y morir; creo que es parte de la adultez, ¿no?, querer estar en ropa
interior todo el día, acariciando los pensamientos que se resbalan lentamente
por la blanca habitación con aroma a rosas, porque mamá siempre me deja flores en
la mesa, flores y chocolates.
¿La persona a la que más, más quiero?, esa
es fácil, es mamá; después me encargo de aislar los sentimientos que tengo por
cada persona que llegó a la carpeta de "CONFLICTO", ¿Carlos me
gusta?, sí, me gusta; ¿Edgardo?, uhm, también, ¿Javier?, sí, creo que sí, todos
me gustan, me gustan como me gusta el helado de grosella, como a todos les
gusta, aunque el que me encanta es de pistacho (entiéndase que el “él” de
labios de pistacho… no es fácil de conseguir), ahora que todos están puestos en
el anaquel de los "sentimientos", cada uno en su sitio con las
etiquetas de enamoramiento correspondientes... ¿Por qué quiero un gato?, lo va
a cuidar Jimbo o qué.
Después del té verde
Es increíble que existan personas a las
que sus abuelas les compran blueberries
para congelarlos y comerlos a cucharadas, el mismo que saca a pasear a Kita con
audífonos, el mismo que escucha Errol Garner. La misma persona que ahora sólo
va a Tenancingo una vez a la semana. El Haro de un agosto de casas amarillas y
jacarandas.
Le quito el celofán al libro del curso
de Jimbo, El llano en llamas, y ahora cada palabra de Rulfo me recuerda a ti,
siento como si tú narraras las historias, con tu acento de Michoacán y todo, me
respondes que Rulfo patentó la depresión, la depresión tropical. No sé, a mí me
gusta sentir como si tú leyeras el libro.
En el ponche de frutas
El universo nace a partir de ti
Con los perfumes de tu vientre
En tu ombligo, origen, piel de miel y leche
Ese es el sitio donde se guarda la semilla
Se caen los pétalos y en esa bolita están las que mañana serán tus estrellas
Nada me importa, lo
único que quiero es tomar un baño de leche tibia, flores y azúcar, escuchar un
jazz de Parker y hundirme en el sopor del vapor endulzado; es que todos los
zapatos son incómodos, los vestidos, inapropiados, los enamoramientos,
incómodos, y a mí el calor no me va.
Ill. de EriCKa Lugo