Recomendación:
escuchar antes y/o después de leer Linda de Hinds
Si cedes al sueño, sucede...
En el
solsticio de verano, las sirenas de piel de chocolate salen a saludar a los
marineros. Y cantan.
El sol de
la tarde es más rosa, un poco más dulce, y lo llena todo de caramelo y en el
mar… las sirenas, cantan.
Cantan y
estamos en peligro, poco a poco, morimos.
Mientras llovizna
y las gotitas de agua descomponen la luz, las sirenas, cantan y se les figura
que la vida es una ensoñación y cantan. Los marineros cerramos los ojos y tememos
morir de tanto… de tanto.
Dicen que
todos sus besos cambian de sabor durante el día, pero la sal de mar siempre se
encuentra en esos labios
Y si van
a saber a chocolate en las tardes, a caramelo en las noches y a blueberries en
las mañanas, la sal siempre estará en nuestros labios.
La sal de
sus castillos, fortificaciones blancas y enormes.
La sal de
nuestras lágrimas, que junto con la dulzura de la tarde es arrastrada hasta el
mar, que lo limpia, que lo mece todo. Se hace el silencio.
Las sirenas
de chocolate cantan lejos, tan lejos, y sus besos son poemas que armamos
mientras cerramos los ojos e imaginamos esas manos tocando nuestro rostro, esos
labios besando nuestros párpados y sólo para nosotros, sonriendo.
Y si las
sirenas cantan para destrozarnos, entonces, me bañaré en el mar y la sal, lo
curará todo.
Esta noche
no voy a atarme al mástil.
Si las
sirenas cantan para destrozarnos, que el mar después lo cure todo.
Soy muy fan de tu lírica
ResponderBorrar¡Gracias! ☆
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