domingo, 7 de julio de 2019

Yaki soba and a nap



Sugerencia de lectura: playlist My word for it-Angus & Julia Stone, de Michelle Díaz en Spotify 






Ayer vi Dolor y Gloria de Almodóvar y sí bien, no me engañó, sí me confundió, de hecho estaba preparando el speech venenoso del “error”, la actriz que interpretaba a la madre de Salvador tenía los ojos azules y Penélope Cruz los tiene cafés… pero no, era el rodaje en la película como un mosaico tan sutil que en serio te hace seguir el hilo como si fuera una historia con flash backs, no una paralela, véanla, les va a gustar, o no. 


Hoy no me siento tan triste como otros domingos, los domingos resultan ser una batalla que casi siempre pierdo contra la ansiedad, los desórdenes alimenticios y los emocionales, ¡qué difícil es todo!
Se nos ablanda el corazón por la abuela que falleció hace tanto, por el estrés laboral y la falta de creatividad en los hobbies, se nos ablanda con Heartbreak, con el recuerdo atorado de un romancillo fallido, de la familia distante, de los momentos bonitos del viernes, sí también perder una partida de basketball tal vez lo ablande.


Le achaco muchas veces mi confusión emocional al clima, sí, súper idiotamente me parece que un sunny day si bien no me pone muy de buenas, tampoco me hace recorrer el pasillo mental de mis insanidades, pero estos días como los de hoy, aquí en Toluca, en Querétaro, Guadalajara o Chicago no sé cómo esté el día, medio nublados pero con este color de nubes blanquecino que sin remedio me evocan a Luvina, me ponen mal, la cabeza se me llena de cuestiones que me resultan graciosas, porque no sé de dónde salen, mi temor es que siempre han estado ahí y quedan silenciadas el resto de la semana. El otro día leía un post me parece que del New York Times, tal vez no… bueno, leía un post que hablaba de las redes sociales, los dispositivos inteligentes y el tiempo que las personas pasan solas consigo mismas, realmente consigo mismas, y decía que nuestra habilidad de hacer introspección se ha visto afectada porque claro, ya no estamos solos con nuestros pensamientos. Quiero decirles que el post estaba en twitter pero no lo encuentro y no lo puse en favoritos, lo digo porque la palabra que usaban no era introspección pero no la recuerdo… ¿cómo se le llama a esto de pensar como tipo autoconsciencia, como un tipo de contemplación?, no me acuerdo, si saben, me avisan. Y bueno como sea, precisamente esta capacidad contemplativa creo que la voy perdiendo, hace años, cuando estaba en la universidad, los últimos semestres los pasé en la casa de mis abuelos paternos en una de las habitaciones que antaño habían sido de sus hijos, por cierto, ¿les platiqué ya de cuando encontré el “escondite” de dulces de mi abuela y pues obvio comía sus golosinas?, ¿nope?, pues sí, esta hambre voraz de golosinas y azúcar la saqué de la familia paterna, y me resultaba tranquilizante pero también un poco tedioso porque hasta allá no había internet y todo se trataba de química orgánica, en la que soy un fiasco, y bueno de otras materias, algunos discos de jazz y tardes de sol con los recuerdos de una vida que no había sido la mía, yay, la de mi abuela y mis demonios, el punto; creo, porque divago los horrores, es que al alejarme tanto de la introspección, cuando no puedo evitarla, es decir, los domingos, me aterra, esto sí, sí, puedo asegurar es un círculo contemporáneo del infierno.
Dante, tú que creaste la frase “círculo del infierno”, ¿habrá un paraíso contemporáneo?, creo que no, en consulta el otro día le decía a la doctora que creo que no se gana la guerra, si no pequeñas batallas, también se pierden, todos los días suponen una batalla a librar *Emoji de rolling eyes aquí*



Equis, como sea, este post, cerezas, es como de ese tipo que realmente no dice nada concreto, no se toca una temática específica, pero me hace creer que es más íntimo y que me acerca más a ustedes, los lectores, si es que tuviera alguno, porque literalmente como van surgiendo las palabras en mi cabeza son colocadas aquí, así que si llegan a leer esto, yep, están echando un vistazo a mi cerebro triste, pero no mucho, de domingo.





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