domingo, 7 de abril de 2019

Dioniso













Esta mente que parecía un inofensivo cristal, pensando en ti, se convierte en una barrera inaccesible, impenetrable, mi mente se convierte en algodón que  vuela con el menor de los vientos, y eso, aunque mi estómago por ti florezca, no me gusta.


Algunas veces te miro cerrar los ojos mientras los niños cantan el naranja dulce, limón partido, pides un deseo, los abres esperando que suceda…
Los abres…
¿Él está ahí?





Hoy el aire está triste
Todos los pétalos de malvones han de acudir a mis muñecas a quitar esta debilidad.
Los rojos, los rosas y los naranjas.
Arránquenme, este temblor, esta enfermedad.
Susúrrenle a la médula la resurrección.


La abuela me ha dicho que si no te quiero, te podemos devolver, pero el amor no se devuelve ¿o sí?
Lo empiezo a considerar mientras te veo, desnudo, a lo lejos.





Algunas veces la propia vergüenza es la rendición

Detrás del acto más pendejo se encuentra el espejo, la imagen es devuelta a uno mismo, satírica, tonta, tontísima y viene el silencio, el telón no puede bajarse porque se había anunciado el acto del año, pero el actor sabe, que no va a poder volver a salir a escena.

Tú sigue jugando en tu fuente Dioniso, después de un beso final, te tendremos que devolver.







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