viernes, 2 de noviembre de 2018

El ombligo más aburrido


Recomendación: para leerse escuchando Graveyard Train de Creedence Clearwater Revival o lo que sea. 












Me asustan los salones de fiestas con sus manteles y sus arreglos, me asustan las fiestas infantiles y me hostiga la gente berrinchuda, me aburren hasta la muerte los Homo emprendedores, derivados y las personas correctísimas. Odio no entender la mayoría de los "memes" y tener el humor más difícil, me chocan los labios rojos y el cabello extremadamente largo. Odio que me guste este chico, ese y aquel y que esto sea correspondido. Me aburre la atención y el exceso de amabilidad. Detesto la popularidad de los grupos y que el gym se haya puesto en boga, como el gluten free.

Odio la ropa de deportes y los autos, odio no saber usar el cabello un poco más largo y los vestidos, me gustan mis jeans a la cintura y mis botas tomboy, me gustan los chicos con o sin pecas pero no perdono los corazones dulces, me gusta la fugacidad de las cosas, de los besos, de las palabras, amo mirar el techo.

Me tranquiliza mi camisa de franela que no esconde mi ombligo y la ropa interior sin estampados, odio las flores y los dulces y me siento cómoda en las ferreterías.

Amo el mármol y los panes sin merengue, me gusta mi cara de chico y mi bolsa de piel de muchos colores, odio el verano y me gusta el otoño, odio mis miedos y me derriten las voces graves, desconfío de las personas extremadamente delgadas y me consume el positivismo de mamá.

Me gusta dejar ocasionalmente el no. de teléfono al mesero como acto recreativo y me entristecen las conversaciones, casi todas.

Me aterra y me fastidia mi familia materna, mi familia paterna, mis compañeros de cualquier escuela y del trabajo.

Me gustan las florecillas amarillas del campo y dejar de pensar en las personas imbéciles de los últimos meses.

Me dan náuseas casi toda la comida y casi toda la gente, me fascina ver por las ventanas y leer en el jardín de mamá, me calma ver el cielo y, a pesar de todo el miedo y el tedio, pensar que Dumas quizá vio uno parecido.

No quiero comer, no voy a leer, no puedo hacer mi tarea, mis reportes, ni contestar, te juro, soy lo más aburrido que vas a encontrar jamás, cuando me preguntas qué hago, no te miento, pienso esto mientras veo el techo y acaricio mi ombligo.








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