Para leerse con Alt-J (∆) – Matilda
¿Todos sienten este miedo o es
exclusivo de los opacos?
¿Todos pueden sentir la
proximidad de su desasosiego?
Jimbo mira por la ventana, como sus dos hermanas, los
tres acariciando ese mal metálico. Su padre los observa por el retrovisor: tres
chicos tristes que para él son sólo tres chicos, porque la palabra tristeza no
se encuentra en su vocabulario, aparte es un invento de la sociedad de los
países de primer mundo, ¿Ay Jimbo, crees que estos niños que no tienen para comer
se ponen a pensar en que la tarde es melancólica?… la pirámide de Maslow, necesidades
básicas y así.
De cualquier modo él no entiende,
pero vamos, ni siquiera ellos lo hacen, qué les duele, qué se les rompió; es el
verdor insoportable del verano o la humedad causada por la lluvia. ¿Nacieron quebradizos
o en el camino algo sucedió?
Su madre
ni sospecha este mal generalizado en sus chicos, el paisaje es hermoso, ¡cómo
no van a mirar por la ventana! Y ellos… pues miran por la ventana, ya no
buscándose, sólo acariciando la confusión que les ronronea en las piernas; se
angustian, se desconocen.
Lloran y gritan con el más casual
de los silencios, la implosión termina en la destrucción y reconstrucción del
universo, día y noche, en la habitación, en el sanitario de la escuela, cuando
nadie mira en la oficina, ahorita mismo, en el auto.
Ni el jugo verde, ni las tisanas
de jengibre y rosa de Castilla han servido para despejar los miedos y la
ansiedad. Amarilla mostaza, fuerte, hermosa, creciendo cada día.
Caminan los fines de semana en
pijama por la espaciosa casa, con el corazón cómo mar picado, temiendo no saben
con precisión a qué, quizá a la tarea, a los amigos, al trabajo, a la soledad,
a la incompetencia, al valemadrismo,
a los padres ausentes, al amigo que les gusta a fuerza de verlo tan seguido, al amor
frustrado porque es un pésimo momento para enamorarse, al dolor de cabeza.
Ven su reflejo en la ventana, los
árboles, el paisaje con sus claros y oscuros, cierran los ojos, respiran como
para tomar fuerza.
La tarde
es un montón de cristales
Se tranquilizan con el sonido del
agua, con el rocío
Ilustración de Henrietta Harris
No hay comentarios.:
Publicar un comentario