sábado, 8 de julio de 2017

Los hombres y sus mujeres de páginas pasadas



Desnúdate Catalina, pero hazlo esta noche, porque en un rato me habré aburrido, las esferas esmeralda se romperán y entonces sólo podrás recoger trozos de cristal.

Desnúdate Catalina que la noche se nos escapa siempre, y con ella la dama favorita, esa que a los doce años parecía sólo tuya o mía pero que resulta ser de todos, la Luna. La tuya.

Desnúdate sin cenizas, porque no soporto tu aroma a tabaco, desnúdate sin precedentes y sin esperar que te responda tu amor con el mío.

Siente el sabor, que será de las últimas veces que te regale mi piel de canela, de las últimas mi Catalina; que será de las últimas veces que te digo que te adoro.
De las últimas que te pongo alas de ángel y flores de virgen.

Tu resplandor, Catalina, es intermitente a partir de hoy, las que fueran tus mejores armas se me olvidan. Tus besos. Tus abrazos.
Canta Catalina para que te guarde por siempre en esta memoria que es la mía.

Golpea mi ánimo, mi felicidad, que ya no tengo, que se robaron tú y él, sálvame del limbo de tus besos, de lo que eres.

Sálvame porque si a partir de esta noche de primavera te olvido no existirá motivo para seguir, y qué hago con estas palabras que siempre me han revoloteado sin remitente, qué sino dártelas en papel de regalo y listones de seda, tú bendita, tú casta, tú preciosa y pura, musa nuestra que me arrebata a quien más quiero. A mí.

Te amamos sin medida, te amamos porque no tenemos otra opción, pero si hoy dejo de amarte, y no es que te odie, no puedo; pero si esta noche terminas, qué queda, qué mi margarita, la nada, el vacío, ni tú, ni él, ni yo, ni nosotros, él y yo amándote a ti Briseida del más azul de los mares.

Desnúdate Catalina que la noche cuenta las mismas mentiras de siempre.


Tu resplandor, es intermitente a partir de hoy; las que fueran tus mejores armas se me olvidan. Tus besos, tus abrazos.  



Il. de Frederic Forest

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