sábado, 4 de agosto de 2018

Derretirse


Recomendación: para escucharse con la canción más amarilla de todas, claro, no podía ser una color cereza, tampoco una rosa, my kind of woman de Mac DeMarco. 
















Cien besos de vainilla y todo se ha vuelto suculento.
No solo estás sentado en la plaza comercial comiendo un helado, miras los días que se te han ido,
un sorbete, y recuerdas su piel clara.

Tus papilas gustativas se adormecen por el frío pero en tu pantalón algo despierta.
¡Shhh!


Es que era una mujer de líneas, de hermosas frases entrecortadas.
Te escribía como nadie lo ha hecho y como nadie lo hará.
Te tocaba con la delicia de la primavera,
y se hacían el amor como solo ustedes...


Era una musa de líneas:
las de los labios,
las de los pechos.
la de la cintura, esa que sujetaste, esa que fue tuya, una, dos, varias veces.


Una cucharadita de pasado sabor vainillina y caramelo, 
una pizca de promiscuidad;
la mirada se te extravía en el vacío,
¡qué infernal es el helado!,
¡qué infernal es la sed de ella, de su amor, sus abrazos, sus besos, sus noches!.
Ya cálmate.


El amarillo se deshace en tu lengua y se vuelve agua,
El amarillo se deshace en tu lengua, como su cintura.


Luego el sabor dulce lo inunda todo, como su presencia cada noche contigo.
Por la vainilla, tus papilas florecen
tú también la hacías florecer.

Pero ¡hey!, estás comiendo un helado, deja de fantasear que lo derrites, tú te derrites.




Y aceptarías el infierno a cambio de esos labios de azúcar
el infierno por una noche más de su néctar,
de sus jardines.
El infierno por verla desbordarse de placer
de amor y de locura
de amor y de ti
Porque era por ti, ella por ti, amándote.
A ti vainilla, que la derretías, a ti que ahora comes un helado y lo derrites y te derrites de placer y desesperación.


Y el dulce que cae de tu cono se resbala lentamente por tu mano,
¡toma la servilleta y límpialo imbécil!.


Cierras los ojos y es demasiado tarde,
las gotas caen en ese vientre que se mueve al mismo ritmo que tú.




La naturaleza es preciosa, tan insinuante, tan cálida; acercas tus labios al origen:
un ombligo maravilloso
un suspiro atemporal 
un reclamo de ti.
Ella es toda tuya.
Tomas el helado de su vientre con un beso, otro y otro.


Y el dulce…
lo inunda todo,
a ella, a ti, al tiempo
y otra vez la tienes, enamorada, deliciosa, tuya.
La ves cerrar los ojos mientras te saborea, la abrazas; florece,
la vuelves caramelo; se derrite en ti.
Mi amor, esta vez tú también te derrites.





Fantasías. 

Las gotas caen en el cierre de tus jeans, ¡qué idiota, abriste los ojos!, no era su vientre, no eran sus valles, eras tú, el calor y tu helado.


Y de tu fantasía algo no te convence, es que no la conociste en realidad y tú tan ignorante e incrédulo, sospechas.

Algo no te convence, es que cómo, con las tres letras de su nombre, ella podría quererte a ti, tan común, tan real, tan ...














Nota: 

Todos ya sabemos que la vainilla es una insanía, un cliché de mal gusto, en mí claro, en mí. 



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