jueves, 30 de agosto de 2018

SALA 5, ASIENTO I12













Como sea, llego a la sala a sentarme 
Dejo que todos los "bla, bla, bla", saluden y se vayan. 


Voy al cine como debe hacerse en jueves,
Con camisa de lana, cabello desaliñado y las tomboy.
Corriendo y con cara de Matías, porque mi cabello es más largo. 


Voy para mirar los detalles, la papaya cortada en cubitos y el café servido en tacitas de vidrio. 
Voy a sumirme en las escenas y los labios mordidos, 
Y no me doy cuenta de que el aroma a "maíz tostado" es de las palomitas. 
¡Quién cena palomitas de maíz!


Y los cuchicheos  de las parejas me valen, 
Me importa recitar con la actriz lo del grano de anís de Castellanos,
Recordar mi cara de Tomás por el cabello corto,
Recordarte un poco.


Vengo al cine como se debe, 
Ya sabes, ondeando la bandera del cliché: 
Llego corriendo y justo cuando va a iniciar la película, mamá llama, y papá, y eso que él casi no lo hace. 


Permanecemos en el cine de ese modo cursi.
Llorando.
Lloro en dos escenas y el dude de atrás no llueve, se inunda. 
Pero todo pasa en una atmósfera tibia. 
Y ¡Bam!, los recuerdos a quema ropa en la memoria de los espectadores: 


Pieles y cuerpos herbales 
Pies desnudos 
Ausencias, imperdonables, en el tiempo
Muertes figurativas y olvidos sugeridos.


Mi habitación me exige que diga todo esto antes de dormir,
Yo me eximo de culpas,
Es que cada lunar tuyo fue colocado en ese lugar con exquisito cuidado,
Planisferio celeste indescifrable, 
Nunca pude leerte
Pero me encantó contemplarte. 


Y busco el mínimo pretexto para secarme 
Y aunque temo hacerlo,
Escribo con la esperanza de que suceda. 

















A Víctor, porque sin ti, ninguna película, ninguna caída por las escaleras ni las crisis serían irrisorias, y yo, viviría como un calcetín muy triste y muy solitario.




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